Revisión periódica del sistema de frenos
Inspeccionar los componentes principales como discos, pastillas, zapatas, tambores y las líneas de frenos ayuda a identificar signos de desgaste.
Frecuencia recomendada: Cada 10,000 km o según las indicaciones del fabricante.
Sustitución del líquido de frenos
El líquido de frenos absorbe humedad con el tiempo, lo que puede reducir su efectividad. Cambiarlo regularmente evita problemas como pérdida de presión en el pedal o calentamiento excesivo.
Frecuencia recomendada: Cada 1-2 años, o según el tipo de líquido utilizado.
Revisión del sistema ABS (si aplica)
Los vehículos modernos equipados con ABS necesitan verificaciones adicionales. Los sensores y módulos electrónicos deben estar calibrados y libres de daños.
Señal de alerta: Si la luz de advertencia del ABS en el tablero permanece encendida, acude de inmediato a un taller especializado.
Evita frenados bruscos frecuentes
Los frenados agresivos generan calor excesivo, lo que acelera el desgaste de discos y pastillas. Además, aumentan el riesgo de deformación de los discos.
Consejo práctico: Anticipa tus frenados reduciendo la velocidad con el motor cuando sea posible.
Escucha y siente el vehículo
Ruidos como chirridos, chillidos o vibraciones al frenar indican problemas como desgaste de las pastillas o discos desalineados. Sensaciones extrañas en el pedal, como dureza excesiva o hundimiento, son también señales de alarma.
Actúa rápido: Estas señales suelen ser el primer aviso de una falla importante.